LA LEY MOSAICA

I. LOS CRISTIANOS NO ESTÁN BAJO LAS OBRAS DE LA LEY

Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades. Oseas 2:11.
Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Romanos 10:4.
Aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, Efesios 2:15.
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz. Colosenses 2:13-14.
En efecto, el Señor, por medio de todos sus profetas, nos ha manifestado que no tiene necesidad ni de sacrificios ni de holocaustos ni de ofrendas, diciendo en una ocasión:. ¿Qué se me da a mí de la muchedumbre de sus sacrificios? dice el Señor. Harto estoy de sus holocaustos. Ahora bien, todo eso (el Antiguo Pacto) lo invalidó el Señor, a fin de que la nueva ley de nuestro Señor Jesucristo, que no está sometida al yugo de la necesidad, tenga una ofrenda no hecha por mano de hombre.
Y así dice de nuevo a ellos: ¿Acaso fui yo quien mandé a sus padres, cuando salían de la tierra de Egipto, que me ofrecieran holocaustos y sacrificios? ¿0 no fue más bien esto lo que les mandé, a saber: que ninguno de ustedes guarde en su corazón rencor contra su hermano y que no amaran el falso juramento? BERNABÉ (150 d.C.)
Es absurdo hablar de Jesucristo y al mismo tiempo practicar el Judaísmo. Porque el Cristianismo no creyó (se unió) en el Judaísmo, sino el Judaísmo en el Cristianismo, en el cual toda lengua que creyó fue reunida a Dios. IGNACIO (50-100 d.C.)
Porque el que hizo los cielos y la tierra y todas las cosas que hay en ellos, y nos proporciona todo lo que necesitamos, no puede Él mismo necesitar ninguna de estas cosas que El mismo proporciona a aquellos que se imaginan que están dándoselas a Él. Pero los que creen que le ofrecen sacrificios con sangre y sebo y holocaustos, y le honran con estos honores, me parece a mí que no son en nada distintos de los que muestran el mismo respeto hacia las imágenes sordas; porque los de una clase creen apropiado hacer ofrendas a cosas incapaces de participar en el honor, la otra clase a uno que no tiene necesidad de nada. DIOGNETO (125-200)
«El Señor me mandó en aquel momento enseñaros estos preceptos y mandatos» (Dt 4,14). Por este motivo en el Nuevo Testamento de la libertad abolió los mandamientos que les había dado como en figura para el estado de servidumbre. IRENEO (180 d.C.)
Toda la enorme multitud de justos que existieron antes de Abraham, así como todos los patriarcas que vivieron antes de Moisés, fueron justificados sin lo que hemos dicho. IRENEO (180 d.C.)
Y la antigua Sinagoga tenía por marido la Ley. Por lo tanto no necesitamos de la ley como pedagogo; he aquí que nosotros hablamos con el Padre y estamos en su presencia convertidos en niños sin malicia y afincados en la justicia y honestidad. Ireneo (180 d.C.)

II. EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA LEY

Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado. Romanos 7:14.
Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. 1 Corintios 9:9-10.
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 1 Corintios 10:1-4.
Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. 2 Corintios 3:14-16.
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. Hebreos 10:1.
Y lo que Moisés dijo: No comerán cerdo ni águila, ni gavilán ni cuervo, ni pez alguno que no tenga escamas, no es sino que tomó tres símbolos en inteligencia. Por lo demás, se dice en el Deuteronomio: Y estableceré con este pueblo justificaciones. Luego no está el mandamiento del Señor en no comer, sino que Moisés habló en espíritu. Ahora bien, el cerdo lo dijo por lo siguiente: "No te juntarás dice con hombres tales que son semejantes a los cerdos; es decir, que cuando lo pasan prósperamente, se olvidan del Señor, y cuando se ven necesitados, reconocen al Señor, al modo que el cerdo, cuando come, no sabe de su señor; mas cuando tiene hambre, gruñe y, una vez que toma su comida, vuelve a callar. Tampoco comerás el águila, ni el gavilán, ni el milano, ni el cuervo.
No te juntarás dice ni te asemejarás a hombres tales, que no saben procurarse el alimento por medio del trabajo y del sudor, sino que arrebatan en su iniquidad lo ajeno, y acechan como si anduvieran en sencillez, y miran por todas partes a quién despojar por medio de su avaricia, al modo que estas aves son las únicas que no se procuran a si mismas su alimento, sino que, posadas ociosamente, buscan la manera de devorar las carnes ajenas, siendo perniciosas por su maldad.
Y no comerás dice la morena ni el pólipo ni la sepia. No te asemejarás dice, juntándote con ellos, a hombres tales, que son impíos hasta el cabo y están ya condenados a muerte, al modo que estos peces, que son los únicos maldecidos, se revuelcan en el fondo del mar y no nadan como los otros, sino que habitan en la tierra del fondo. Más tampoco comerás liebre. ¿Por qué? No serás corruptor ni te asemejarás a los tales. Porque la liebre multiplica cada año su ano, pues cuantos años vive, tantos agujeros tiene. En conclusión, tomando Moisés tres símbolos sobre los alimentos, así habló en espíritu mas ellos lo entendieron, conforme al deseo de la carne, como si se tratara de la comida. BERNABÉ (150 d.C.)
Pasando a otro punto, también acerca del sábado, se escribe en el decálogo, es decir, en las diez palabras que habló Dios en el monte Sinaí a Moisés cara a cara: Y santifiquen el sábado del Señor con manos limpias y corazón puro. Y en otro lugar dice: Si mis hijos guardaren el sábado, entonces pondré sobre ellos mi misericordia.
Del sábado habla al principio de la creación: E hizo Dios en seis días las obras de sus manos y las acabó en el día séptimo, y descansó en él y lo santificó. Atiendan, hijos, qué quiere decir lo de: Los acabó en seis días. Esto significa que en seis mil años consumará todas las cosas el Señor, pues un día es para Él mil años. Lo cual, Él mismo lo atestigua, diciendo: He aquí que el día del Señor será como mil años. Por lo tanto, hijos, en seis días, es decir, en los seis mil años, se consumarán todas las cosas. Y descansó en el día séptimo.
Esto quiere decir: Cuando venga su hijo y destruya el siglo del inicuo y juzgue a los impíos y mudare el sol, la luna y las estrellas, entonces descansará de verdad en el día séptimo. Y por contera dice: Lo santificarás con manos limpias y corazón puro. Ahora, pues, si pensamos que pueda nadie santificar, sin ser puro de corazón, el día que santificó Dios mismo, nos equivocamos de todo en todo. Consiguientemente, entonces por nuestro descanso lo santificaremos de verdad, cuando, justificados nosotros mismos y en posesión ya de la promesa, seremos capaces de santificarlo; es decir, cuando ya no exista la iniquidad, sino que nos hayamos vuelto todos nuevos por el Señor, entonces, si, santificados primero nosotros, podremos santificar el día séptimo.
Por último, les dice: Vuestros novilunios y vuestros sábados no los aguanto. Miren cómo dice: No me son aceptables sus sábados de ahora, sino el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas, haré el principio de un día octavo, es decir, el principio de otro mundo. . Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo (El Domingo) con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió a los cielos. BERNABÉ (150 d.C.)
Por eso aun en nuestros tiempos lo que se lee en la Ley les parece una fábula a los judíos. Es que no tienen aquello que lo explica todo, como es lo que toca a la venida del Hijo de Dios hecho hombre. En cambio para los cristianos, cuando lo leen, se convierte en el tesoro escondido en el campo, revelado y explicado por la cruz de Cristo. IRENEO (180 d.C.)
Nosotros afirmamos que la ley tiene un doble sentido, el literal y el espiritual, lo cual fue enseñado ya por algunos de nuestros predecesores. No somos nosotros, sino el mismo Dios hablando por uno de sus profetas quien dice que la ley en sentido literal es «juicios que no son buenos» y «mandamientos que no son buenos»; en cambio, el sentido espiritual, se dice en el mismo profeta que habla de parte de Dios, que es «juicios buenos» y «mandamientos buenos». El profeta no se contradice patentemente en un mismo pasaje, sino que el mismo Pablo, de acuerdo con esto, dijo que «la letra», que equivale al sentido literal, mata, pero el «espíritu» que es lo mismo que decir el sentido espiritual, vivifica.
En efecto, se puede hallar en Pablo algo semejante a lo que algunos piensan que es contradictorio en el pronta. Así, Ezequiel dice en un lugar: «Les di juicios que no eran buenos y mandamientos que no eran buenos, por lo cual no podrán tener vida en ellos», y en otro lugar: «Les di juicios buenos y mandamientos buenos, por lo cual tendrán vida en ellos.» Así también Pablo, cuando quiere atacar el sentido literal de la ley dice: «Si el ministerio de la muerte, grabado con letras en las piedras se hizo con gloria, hasta el punto de que los hijos de Israel no podían mirar al rostro de Moisés a causa de la gloria de aquel rostro, que tenia que desvanecerse, ¿cómo no será más glorioso el ministerio del espíritu?» Pero cuando se pone a admirar y a aceptar la ley, la llama espiritual diciendo: «Sabemos que la ley es espiritual» y la acepta con estas palabras: «De suerte que la ley es santa, y el mandamiento es santo y justo y bueno» ORÍGENES (225 d.C.)
Nosotros, los que somos de la Iglesia, recibimos a Moisés con sobrada razón, y leemos sus escritos, pensando que él, como profeta a quien Dios se ha revelado, ha descrito en símbolos, alegorías y figuras los misterios futuros, que nosotros enseñamos que se han cumplido a su tiempo. El que no comprenda esto en este sentido, ya sea judío o de los nuestros, no puede ni siquiera mantener que Moisés sea profeta. ORÍGENES (225 d.C.)

III. EL PROPÓSITO DE LA LEY

De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, Gálatas 3:24-25
También llamó a la Ley nuestro pedagogo hasta la venida de Jesucristo. ¡Que no se culpe a la Ley por la incredulidad de algunos! Pues la Ley a nadie prohibió creer en el Hijo de Dios. IRENEO (180 d.C.)
El Señor no abolió los preceptos naturales de la Ley, por los cuales se justifica el ser humano, los cuales incluso guardaban antes de la Ley aquellos que fueron justificados por la fe y agradaban a Dios; por el contrario, los amplió y llevó a la perfección como lo muestran sus palabras: «Se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: todo aquel que viere a una mujer para desearla, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón» (Mt 5,27-28). Y añadió: «Se ha dicho: No matarás. Pero yo les digo: todo el que sin motivo se enoje contra su hermano, es reo de juicio» (Mt 5,21-22). Y: «Se ha dicho: No perjurarás. Pero yo os digo que no debéis jurar en absoluto.
Que sus palabras sean: Sí, sí, y no, no» (Mt 5,33-34.7). Y otras cosas parecidas Y es que la Ley, como había sido promulgada para siervos, educaba mediante acciones externas y corporales, ajenas al alma, tratando de atraerla como quien la ata a la obediencia a los preceptos, a fin de que los seres humanos aprendiesen a someterse a Dios. IRENEO (180 d.C.)
Como un arquitecto proyectaba la construcción de la obra salvadora. Cuando andaban errando en el desierto, les dio la más adecuada de las leyes. De muchas maneras preparó al género humano a fin de que la salvación le viniese como una sinfonía. IRENEO (180 d.C.)
De esta manera dio al pueblo las leyes para fabricar la tienda y el templo, para elegir a los levitas, y para establecer el servicio de los sacrificios, oblaciones y ritos de purificación. No porque necesitase algo de esto «Todo esto les sucedía en figura; y se ha escrito para instrucción de quienes venimos al final de los tiempos» (1 Cor. 10,11). Por los tipos aprendían a temer a Dios y a perseverar en su servicio… De esta manera la Ley era para ellos una educación y una profecía de los bienes futuros. Pues en un principio Dios amonestó a los seres humanos por medio de los preceptos naturales que desde el inicio inscribió en su naturaleza, es decir por los diez mandamientos. IRENEO (180 d.C.)
Prueba de que estas prácticas (de la ley) no justificaban al ser humano, sino que servían de signo al pueblo, es que Abraham «creyó y le fue reputado a justicia, hasta el punto de llamarse el amigo de Dios» (Sant 2, 23; Gén. 15, 6), sin la circuncisión y sin la observancia del sábado. Toda la enorme multitud de justos que existieron antes de Abraham, así como todos los patriarcas que vivieron antes de Moisés, fueron justificados sin lo que hemos dicho. IRENEO (180 d.C.)
Además, se les dio como una figura de los bienes celestiales, porque los seres humanos aún no eran capaces de soportar a ojo desnudo la visión de las cosas divinas; también prefiguró las realidades de la Iglesia, a fin de que se afirmase nuestra fe; pues llevaba en sí la profecía de los bienes futuros, con el objeto de enseñar al género humano que Dios conoce de antemano todas las cosas. IRENEO (180 d.C.)
Y aun es posible que la filosofía fuera dada directamente (por Dios) a los griegos antes de que el Señor los llamase: porque era un pedagogo para conducir a los griegos a Cristo, como la ley lo fue para los hebreos (Gál. 3, 24). La filosofía es una preparación que pone en camino al hombre que ha de recibir la perfección por medio de Cristo. CLEMENTE DE ALEJANDRÍA (195 d.C.)
En aquello más esencial que procede del mismo Dios, esto es, el alma, que ha recibido el sello del ser divino en lo que se refiere a la libertad de arbitrio y de decisión. De no ser así, no se hubiese impuesto una ley a un ser que no habría sido capaz de prestar un obsequio libre a esta ley; ni se hubiera señalado castigo de muerte a la transgresión de la misma, si no se hubiera dado por supuesto que había en el hombre libertad para despreciar la ley. Para esto se dio la ley, la cual no anula, sino que pone a prueba la libertad con que uno o libremente se somete o libremente la traspasa. Por esto tenían que estar ambos caminos abiertos al libre arbitrio. TERTULIANO (197 d.C.)
Hay que recordar que aquí todavía no se exponía el decreto de Constantino, que por la voluntad soberana los Cristianos de la época ganaron para que hubiera un edicto que todos tenían que ser cristianos, y por tanto el día de reposo tenia que ser el domingo.

EL PROPÓSITO DE CONSTANTINO

CONSTANTINO

288–337 D. DE J.C.)
Entonces tuvo lugar un suceso que trajo un fin inesperado a este largo y espantoso conflicto. Constantino resultó victorioso en las luchas que estaban teniendo lugar en el Imperio Romano, y en el año 312 d. de J.C. obtuvo su victoria decisiva. Entró a Roma e inmediatamente proclamó un edicto que ponía fin a la persecución de los cristianos. Un año después este edicto fue seguido por el Edicto de Milán el cual establecía que cada hombre era libre de seguir cualquier religión que eligiera.
De esta manera el Imperio Romano fue vencido por la devoción al Señor Jesús de aquellos que le conocían. Su constancia paciente y no resistente había transformado la hostilidad implacable y el odio del mundo romano, primero en compasión, y luego en admiración.
Al principio las religiones paganas no fueron perseguidas, pero al perder el respaldo del estado, fueron disminuyendo paulatinamente. La profesión del cristianismo se vio favorecida. La proclamación de leyes que abolían los abusos y protegían a los desamparados trajo consigo un ambiente de prosperidad nunca antes conocido. Las iglesias, libres de opresión externa, emprendieron el camino hacia una nueva experiencia.
Muchas de ellas habían conservado su sencillez primitiva, pero muchas otras habían sido afectadas por los profundos cambios internos en su constitución, los cuales ya hemos notado, y ahora eran muy diferentes de las iglesias neotestamentarias de los días apostólicos. Su entrada a un ámbito de mayores dimensiones mostraría más adelante las consecuencias de estos cambios.
Constantino era un genio político. De su comparativamente escasa comprensión del cristianismo y de su breve contacto con él, concluyó dos cosas: que el cristianismo llegaría a ser el sistema religioso dominante del mundo, y que el agonizante Imperio Romano podría salvarse, o cuando menos prolongarse, por una unión con esta religión dinámica. Constantino quería que el cristianismo fuera el cemento del imperio; él quería que la religión actuara como un factor unificador en el sistema político.
Esta no era una idea completamente nueva, porque la religión había sido una parte del sistema romano de gobierno a través de los siglos. La innovación consistía en la clase de religión, que no era un sincretismo planeado por el gobierno para invitar a todos a unirse a él, sino un movimiento poderoso y extenso que era exclusivo en su concepto de Dios y en sus requisitos para la admisión.
Tal unión de fuerzas fue algo nuevo, tanto para el imperio como para el cristianismo. Cada uno se desarrolló de manera diferente por esta alianza.
El cristianismo no pudo salvar al Imperio Romano había ido demasiado lejos; y Constantino estaba equivocado, también, al suponer que el cristianismo actuaría como cemento para el imperio. ¿Cómo podía el cristianismo traer unidad al mundo político cuando el cristianismo mismo no poseía unidad? Ya tres escuelas de pensamiento habían desarrollado y desplegado antagonismo unas contra otras.
Alejandría era el centro de la más antigua de esas escuelas. Un filósofo convertido, Panteno, organizó una escuela para instruir a los cristianos convertidos. Fue sucedido por Clemente, y Clemente por Orígenes; estos dos últimos ya fueron mencionados en conexión con los monumentos literarios del segundo período de la historia eclesiástica. Estos hombres veían la filosofía como el medio de interpretar el cristianismo. En la mejor tradición filosófica, la Biblia se leía alegóricamente. Se daba gran énfasis a la redención, como una unión mística con Dios por medio de Cristo.
Antioquía era el segundo centro. Esta escuela fue fundada por Luciano al final del Siglo III. Representando la tradición del apóstol Juan, esta escuela de pensamiento exaltaba las Escrituras como las mejores intérpretes de sí mismas. Por causa de la intensa lucha con el gnosticismo, la filosofía se volvió sospechosa. Se procuraba el significado literal de un texto, a la luz de su fondo gramatical e histórico.
La escuela occidental del pensamiento reclamaba escritores tanto del continente como del Norte de África. Como el centro de Antioquía, también desconfiaba de la filosofía y colocaba su principal énfasis en la aplicación práctica del cristianismo.
Las controversias que empezaron a levantarse en el cristianismo seguirían el modelo de pensamiento representado en las varias escuelas; es decir, con los mismos hechos y escrituras los seguidores de la escuela alejandrina, usando el enfoque filosófico, alcanzaba diferentes conclusiones de la escuela de Antioquía y de la de Occidente. Muchas veces la búsqueda de la verdad era simplemente un estímulo secundario en la controversia; la rivalidad intelectual acicateaba a los adherentes de cada tipo de pensamiento más allá de los límites de la caridad cristiana.
Con esta clase de desunión en el movimiento cristiano, había considerable duda de que trajera unidad al Imperio Romano cuando formaron la alianza. No fue mucho antes de este hecho que Constantino despertó bruscamente. Reuniendo movimientos cismáticos históricos como montanismo y novacianismo, la división donatista en el Norte de África se lanzó contra Constantino casi al tiempo que él había decidido hacer del cristianismo el cemento del imperio. El trato de Constantino para el donatismo fue, por supuesto, motivado por factores políticos.
El hizo lo que pudo apelando, argumentando, amenazando, y, finalmente, persiguiendo físicamente para cerrar las filas del cristianismo, todo sin éxito. Para Constantino este problema era solamente una prueba de lo que habría de venir. Más tarde, el clamor de los donatistas, “¿Qué tiene que ver el emperador con la iglesia?” fue el que simbolizaba el dilema más grande de la nueva alianza entre la iglesia y el estado.
¿Qué debía hacer un emperador para mantener el control político cuando sus ciudadanos cristianos insistían en formar partidos teológicos hostiles sobre la base de sus interpretaciones escriturarias? Sea o no que su intención original fuera considerarse a sí mismo de esa manera, Constantino se vio obligado a convertirse en “obispo de obispos” en un intento de restaurar la unidad.
Esta posición le fue concedida por los príncipes eclesiásticos del imperio. La controversia que puso a Constantino en este lugar de liderato eclesiástico y doctrinal fue llamada la controversia arriana, y tenía que ver con la interpretación de la persona de Cristo en relación a Dios.

LA ESCUELA DE ALEJANDRÍA.

Al principio del tercer siglo de la era cristiana, la escuela catequística de Alejandría influyó fuertemente la interpretación bíblica. Esta ciudad era un gran centro cultural, donde la religión judía y la filosofía griega convergieron y se influyeron mutuamente. La filosofía platónica todavía era popular en las formas de neoplatonismo y gnosticismo, y no es extraño que la famosa escuela catequística de esta ciudad fuera influenciada por la filosofía popular, acomodando su interpretación de la Biblia a dicha filosofía. El método natural para armonizar la religión y la filosofía fue la interpretación alegórica, debido a las siguientes razones:
(A) Los filósofos paganos (estoicos) ya habían estado aplicando por mucho tiempo este método en la interpretación de Homero, por lo cual fueron ellos los que indicaron el camino a seguir.
(B) Filón, que también era oriundo de Alejandría, cedió a este método el peso de su autoridad, reduciéndolo a sistema, y lo aplicó aún a las narraciones más sencillas. Los principales representantes de esta escuela fueron: Clemente de Alejandría y su discípulo Orígenes. Ambos consideraron la Biblia como la Palabra inspirada de Dios en el sentido más estricto, y compartieron la opinión de aquel tiempo, de que tenían que aplicarse reglas especiales en la interpretación de las comunicaciones divinas. Por esto, aun cuando reconocían el sentido literal de la Biblia, tenían la opinión de que sólo la interpretación alegórica podía entregarnos conocimiento genuino.
Clemente de Alejandría fue el primero en aplicar el método alegórico a la interpretación del Nuevo Testamento, así como del Antiguo. Propuso el principio de que toda la Escritura debe ser entendida alegóricamente. Esto parecía un paso adelante en relación con otros intérpretes cristianos y constituía la principal característica de Clemente. Según él, el sentido literal sólo puede proporcionar una fe elemental, mientras que el alegórico conduce al verdadero conocimiento.
Su discípulo, Orígenes, lo superó en cultura e influencia. Fue, sin duda, el más grande teólogo de su época, pero su mérito más permanente radica en su trabajo de crítica textual, más que en el de interpretación bíblica. «Como intérprete, ilustró el tipo alejandrino de exégesis del modo más extenso y sistemático» (Gilbert). En una de sus obras nos entrega una detallada teoría de interpretación. El principio fundamental de esta obra es que el significado del Espíritu Santo es siempre claro, simple y digno de Dios.
Todo lo que parece oscuro, inmoral o intrascendente en la Biblia, sirve simplemente como incentivo para trascender o ir más allá del sentido literal. Orígenes consideraba que la Biblia tenía un sentido triple, a saber, el significado literal, el moral y el místico o alegórico. En su práctica exegética, más bien menospreció el sentido literal de la Escritura, se refirió pocas veces al sentido moral, y constantemente empleó el método alegórico, puesto que en dicho método creía encontrar el verdadero conocimiento.

EL PRINCIPIO DE LA CONTROVERSIA ARRIANA

Se recordará que una de las primeras discusiones doctrinales en el cristianismo se centró en la naturaleza de Cristo y su relación a Dios el Padre. ¿Era Jesucristo completamente Dios o era menos que Dios? Esta pregunta nunca ha sido contestada adecuadamente. Muchos escritores cristianos sobresalientes han luchado con el problema.
Si Jesús era completamente Dios, se pregunta, ¿entonces tienen tres Dioses los cristianos (incluyendo al Espíritu Santo)? Sin embargo, venía la respuesta, ¿podía Jesús traer salvación a los hombres si no fuera Dios, como él había pretendido? Orígenes de Alejandría había indagado profundamente en esta cuestión en el Siglo III. Sus escritos contienen dos opiniones diferentes.
En un lugar Orígenes afirmaba que Cristo está subordinado a Dios, es menos que el verdadero Dios. En otro él declara que Cristo era el Hijo de Dios eternamente engendrado; Cristo siempre había existido como el Divino Hijo, tanto antes como durante la creación temporal. Aunque pueda parecer extraño, estas dos posiciones en Orígenes forman el centro de la lucha arriana, con la primera que precipita la controversia y la segunda que finalmente resuelve el conflicto.
Arrió, el hombre responsable de principiar el conflicto, era un presbítero bajo el obispo Alejandro de Alejandría, pero había sido preparado en Antioquía para interpretar las Escrituras en un sentido literal. Por el año 318, Arrió decidió que sería comprometer la dignidad y el honor de Dios el Padre decir que Jesucristo era de la misma esencia divina y eterna de Dios. Consecuentemente, elaboró un sistema que declaraba que Cristo era un ser que había sido creado antes del tiempo, y que por medio de Cristo Dios había creado todas las otras cosas. Su teoría hacía a Cristo más grande que el hombre y menor que Dios— algo intermedio entre los dos, pero ni uno ni otro completamente.
La controversia se extendió rápidamente más allá de Alejandría y pronto se apoderó de todo el mundo oriental. La escuela, de pensamiento de Antioquía no podía ver nada malo en la interpretación y le añadió rivalidad intelectual al asunto. Arrió era un predicador capaz y popular, y obtuvo mucho apoyo por su encanto personal.
Conforme creció la controversia, Constantino reconoció que debía haber tomado una clase de acción. Después de llegar a ser el emperador absoluto en 323, siguiendo la experiencia que había obtenido al tratar a los donatistas, él mandó que se convocara una reunión de todos los líderes cristianos para arreglar el asunto. Este concilio universal (el significado de la palabra griega para católico) se reunió en Nicea y consistió de más de trescientos obispos.
Puesto que se consideraba que los obispos eran la iglesia, y dado que ésta era una reunión mundial de obispos, en realidad esta reunión le dio expresión visible a la Iglesia Católica (universal). Constantino dominó el concilio, dirigiéndolo cuando él deseaba y determinando la posición doctrinal que debía ser adoptada.

EL CONCILIO DE NICEA (325)

Después que se atendieron los asuntos preliminares, Arrió presentó una confesión de fe. Definía la naturaleza de Cristo como diferente de la de Dios, y veía a Cristo como un ser creado, más grande que el hombre, y digno de adoración, pero menor que Dios. Este credo fue pronta y vehementemente rechazado. El obispo Eusebio de Cesarea ofreció entonces un credo que dijo había sido usado previamente en su iglesia.
La redacción de este credo era ambigua. Cuando el partido ortodoxo vio que los arrianos estaban deseosos de aceptar el credo, dirigieron un movimiento para rechazarlo, con base en que no era suficientemente explícito. Entonces Atanasio, un joven diácono de la iglesia de Alejandría, y campeón del punto de vista ortodoxo, presentó el siguiente credo al concilio: Creemos en un Dios, Padre todopoderoso, Creador de todas las cosas visibles e invisibles, Y en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, Engendrado del Padre y el único engendrado, Es decir, de la esencia del Padre, Dios proveniente de Dios, Luz proveniente de Luz, verdadero Dios proveniente del verdadero Dios, Engendrado, no hecho, De una esencia con el Padre.
A través del cual todas las cosas fueron hechas, tanto las cosas en el cielo como las cosas sobre la tierra, Quien para nosotros los hombres y para nuestra salvación, Descendió y se hizo carne y se hizo hombre, Sufrió y resucitó al tercer día, y ascendió a los cielos, Y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Creemos también en el Espíritu Santo.
Enseguida de este credo se tuvo la condenación de todos los que negaran su doctrina, mencionándose específicamente la declaración de los arrianos de que Cristo no existió por toda la eternidad. Debe notarse que este credo hace hincapié en la unicidad de Cristo con Dios el Padre. Las palabras claves eran “de una esencia con el Padre”. Constantino decidió entonces que este credo traería paz religiosa y política, indudablemente con el consejo del obispo Osio de Córdoba, su consejero eclesiástico.
Por eso, con su aprobación fue adoptado el credo, y se dirigió un decreto de deportación contra Arrió y los que siguieran su criterio. Los cristianos que habían sido víctimas del poder imperial sólo unos cuantos años antes, ahora utilizaban el poder imperial para perseguirse unos a otros. Más tarde Constantino cambió de opinión e hizo volver a Arrió, exiliando a Atanasio. Una vuelta completa de doctrina no significó nada para su mente política.
Es probable que Constantino tuviera poca comprensión de los principios doctrinales cristianos. Su bautismo diferido, sus normas éticas y morales, y su retención del oficio pagano que garantizaba su lugar como dios romano después de la muerte, eran en sí mismos evidencias de su carácter espiritual.

HISTORIA POSTERIOR DEL ARRIANISMO

Había mucha insatisfacción dentro del cristianismo después de la decisión del concilio de Nicea. El lenguaje del credo llevaba a unos a temer al triteísmo (tres dioses) y a otros a temer al modalismo (la pérdida de la personalidad individual). Por medio de maniobras políticas y burlándose de los temores de los pensadores religiosos sinceros, el arrianismo obtuvo la ventaja por una generación.
Una escuela semi-arriana que surgió tomó una posición intermedia entre la de Atanasio y la del concepto arriano, y declaraba que aunque Cristo no era de una esencia con Dios, sin embargo era similar a Dios. Esto atrajo a muchos seguidores del partido estricto de Atanasio. Atanasio mismo fue exiliado repetidas veces por adherirse a los conceptos del credo de Nicea.
La escena política contribuyó al triunfo temporal de Arrió. Cuando Constantino murió en 337, sus tres hijos, Constantino II, Constante y Constancio, se dividieron el Imperio Romano. Sin embargo, Constantino fue matado en 340, en una batalla contra Constante, y Constante se suicidó en 350. Estos dos hombres favorecían el concepto de Nicea. El tercer hijo, Constancio, era arriano. Su reinado, de 337 a 361 como único gobernador después de 350, dio oportunidad para que el arrianismo se desarrollara con la bendición de. La autoridad imperial.
Además del exilio de Atanasio, Constancio trató severamente a los adherentes judíos y paganos. Se estableció la pena de muerte por ofrecer sacrificios paganos y por convertirse en prosélito judío. En parte por causa de esta severidad, tuvo lugar una reacción pagana. Constantino había matado a sus parientes, menos a sus tres hijos, para asegurarse una sucesión apropiada, pero pasó por alto dos víctimas.
Uno de ellos, Julián, el hijo de un hermano al que Constantino había matado, abrazó secretamente el paganismo, y en 361 peleó por el dominio del imperio contra Constancio. El hizo lo que pudo por aumentar las divisiones en el cristianismo. Atanasio fue llamado del exilio, y otros disidentes fueron alentados. Julián también se esforzó por introducir un paganismo refinado y reformado adoptando muchos elementos cristianos como rival del cristianismo. Después de su muerte en 363, sin embargo, el emperador que lo sucedió favoreció el cristianismo del tipo niceano.
La influencia del arrianismo cedió lentamente en los siglos siguientes. El segundo concilio universal el año 381 en Constantinopla, reafirmó la posición del primer concilio relativo a la persona de Cristo.

RESULTADOS DEL ARRIANISMO

Un importante resultado del movimiento arriano fue la divulgación de su doctrina de Cristo por medio de la actividad misionera. En 340, aunque el arrianismo gozaba del favor imperial, un joven misionero llamado Ulfilas, educado en la doctrina arriana, fue enviado a los visigodos. El sirvió hasta su muerte en 383, aparentemente recibiendo mucha ayuda que ahora no puede ser determinada.
Ulfilas mismo trabajó diligentemente, pero la conversión al cristianismo arriano de grandes masas de visigodos y de tribus vecinas, difícilmente podría ser la obra de un hombre. Ulfilas es mejor recordado por reducir a la escritura el idioma gótico, por medio de la traducción de las Escrituras. Como resultado de su trabajo y del de otros, cuando el Imperio Romano finalmente fue arrasado por estas tribus germanas en los Siglos IV y V. la tarea del cristianismo católico romano se facilitó. Un notable número de invasores ya habían abrazado el cristianismo arriano y necesitaban sólo la enseñanza de la fórmula nicena.
Otro resultado del movimiento arriano fue la adopción, por Constantino, de una política general de persecución física contra los disidentes eclesiásticos. Es cierto que los donatistas habían sufrido persecución física a manos de Constantino en 316, después de negarse a aceptar la decisión del concilio de Arlés. Después de cinco años Constantino dejó de cerrarlas iglesias donatistas y de exiliar a sus obispos, sintiendo que los resultados del uso de la fuerza no eran satisfactorios.
Con esta experiencia, hubo alguna duda sobre si Constantino, como único emperador, continuaría tal política. Su determinación de continuar sugiere su profundo deseo de asegurarse cuando menos conformidad externa.
Además, el concilio de Nicea proveyó un precedente y una norma para futuros concilios de esta clase. Todos sabían que la decisión del concilio había sido arbitraria. Constantino había decidido lo que el concilio debía decidir, aunque al mismo tiempo los decretos del concilio fueron reconocidos como declaraciones cristianas autorizadas. Líderes concienzudos examinaron este nuevo desarrollo.
La conducta y los motivos cristianos eran secundarios; las decisiones eran los asuntos autorizados y las metas que debían alcanzarse. Aparentemente, la lección se había aprendido. Muchos de los concilios universales posteriores llegaron a sus decisiones mediante la coerción física y tácticas desordenadas. Es difícil ver qué parte el cristianismo genuino tenía en algunos de ellos.
Finalmente, el concilio de Nicea dio forma visible a la Iglesia Católica. Se recordará que en los escritos de Cipriano del siglo anterior se declaraba que la iglesia existía en los obispos. La Iglesia Católica (cristianismo universal), entonces, podía hacerse visible cuando todos los obispos se reunieran en concilio. Esto se efectuó en Nicea, y completó la maquinaria eclesiástica para la dominación universal por una monarquía espiritual.

LA NUEVA RELACIÓN

El principio de una alianza entre el cristianismo y el Imperio Romano bajo Constantino, influyó profundamente en la historia y el desarrollo, tanto de la religión como del estado. El cristianismo fue decretado oficialmente la religión del estado romano bajo el emperador Teodosio (378-95).

UNA NUEVA ÁREA DE CONTROVERSIA.

Antes de Nicea el cristianismo no había tenido ocasión de reflexionar en lo que deberían ser sus relaciones con el estado. Al antagonismo original del imperio contra tina religión “ilegal” habían seguido siglos de persecución secular. El esfuerzo por ajustar las relaciones entre el cristianismo y el poder secular, forma una gran parte de la historia del cristianismo en los siglos que seguirían.
Algunos sentían que el estado debería gobernar la iglesia. La historia romana recomendaba este criterio, porque la religión había sido un departamento del gobierno mucho antes de que el cristianismo hubiera sido establecido. Constantino asumió esta actitud, y también sus hijos. El emperador era el “obispo de obispos”. Tal relación llegó a ser conocida como papado cesáreo la dominación de la iglesia por el estado. Otros sentían que la iglesia debía estar sobre el estado. Este llegó a ser el ideal del creciente sistema católico romano.
Otros más veían a cada institución con una mayordomía peculiar proveniente de Dios, y creían que las dos debían trabajar lado a lado sin interferencia indebida. Debe decirse que este problema nunca ha sido arreglado a satisfacción de todos. Una nueva dirección se inició, con un gran significado en la historia y desarrollo del cristianismo, desde Nicea hasta el presente.

EL AUMENTO DE LA INFLUENCIA SECULAR.

Es difícil concebir cómo se ejerció tanta influencia sobre el cristianismo mediante la alianza entre la iglesia y el estado bajo Constantino. En el campo de la organización, por ejemplo, el cristianismo hizo uso del patrón imperial. En términos geográficos, el cristianismo fue organizado con base en divisiones políticas como ciudad, municipio, estado, región, nación, etcétera. Después del desarrollo del oficio del papa el siguiente siglo, la organización imperial y la del cristianismo eran notablemente similares.
Los mismos motivos de Constantino al adoptar el cristianismo indican la dirección que iba a seguirse. El quería usar el cristianismo como un factor social y político al fortalecer el estado. Esto significaba el uso del poder secular, como se ha visto, al establecer uniformidad. La disensión debía ser extirpada. Ello significaba la liquidación imperial de disputas eclesiásticas y doctrinales. Los oficiales administrativos del estado pronto se encontraron aconsejando cómo aumentar la eficiencia en la administración cristiana. Los oficiales cristianos bajo Constantino empezaron a usar en la vida de la iglesia métodos e ideas que habían aprendido en el servicio del gobierno.
Nicea también trajo el problema de la autoridad secular al llenar los importantes oficios eclesiásticos. El movimiento cristiano era muy importante, políticamente, para permitir que radicales de cualquier clase tuvieran altos puestos. Ahora los obispos debían complacer tanto al estado como a Dios. En esta esfera se ejerció influencia secular ampliamente.

EL INFLUJO DE LOS NO REGENERADOS.

Todos los historiadores hablan del movimiento masivo hacia el cristianismo después que éste recibió el favor imperial. Aunque el cristianismo no fue nombrado oficialmente religión del estado por cerca de medio siglo, sin embargo, la exhortación de Constantino a sus súbditos a hacerse cristianos, sus generosos regalos a los que ya eran cristianos, y la facilidad con que podía abrazarse el cristianismo, contribuyó a que muchos se decidieran.
La similaridad entre los sacramentos mágicos del cristianismo y los ritos paralelos del paganismo daba a los miembros en perspectiva un sentimiento de familiaridad en su iniciación. En el ejército, especialmente, la influencia de algún sagaz líder podía hacer que ganara en corto tiempo a todos sus leales seguidores.
Un ejemplo de la facilidad con que esto podía hacerse puede verse en la conversión de uno de los caudillos francos el siguiente siglo. Clodoveo se enfrentaría a una batalla crucial el siguiente día. El hizo el solemne voto de que si el Dios cristiano de su esposa le daba la victoria en la batalla, entonces él se haría cristiano. Habiendo ganado la victoria, él guardó su voto. Cuando su ejército supo lo que estaba pasando, también quisieron unirse. Esto se llevó a la práctica fácilmente. Los soldados marcharon al lado de un río donde se pusieron sacerdotes con ramas de los árboles.
Cuando los soldados pasaban, los sacerdotes metían las ramas al río y rociaban agua bautismal sobre ellos, repitiendo todo el tiempo la fórmula adecuada. Tan pronto como el agua tocaba a los soldados, desde luego, supuestamente ellos se volvían cristianos. No es de sorprender que cuando estos paganos rociados entraron a la membrecía de las iglesias cristianas, hayan traído ideas paganas con ellos. Consecuentemente, el cristianismo se infectó más y más con corrupciones paganas al convertirse en un movimiento popular.

IMPULSO PARA LA APARICIÓN DEL MONASTICISMO.

La hartura de las iglesias cristianas con paganos rociados fue responsable en parte del rápido crecimiento del escepticismo. La laxitud en la ética y la vida cristianas siempre ha traído movimientos reaccionarios. Algunas veces éstos no se desarrollaron hasta ser partidos o cismas, pero dieron expresión al remordimiento individual que guió a las prácticas ascéticas.
Al permanecer en las iglesias regulares, los cristianos escrupulosos aliviaban su espíritu mediante el ayuno, largas horas de oración y rigurosa disciplina espiritual. Otros, sin embargo, escogieron un método más radical. En el oriente, donde el clima era más atractivo la mayor parte del año, los hombres dejaban las iglesias y sus hogares y se convertían en ermitaños religiosos. Tomaban literalmente la exhortación de Jesús al joven rico para dejarlo todo y seguirlo. Sentían que encerrándose en una cueva lejos de los hombres y ocupándose en la oración y en la contemplación espiritual, podían “perder sus vidas para salvarse”.
Uno de los más famosos de esos ermitaños era Antonio de Tebas, de mediados del Siglo III. Huyendo de los hombres, alrededor de los veinte años, pasó los siguientes ochenta y seis años en una cueva. El era venerado como un hombre muy santo, y su cueva se convirtió en un lugar de bendición. Otros empezaron a dejar sus hogares y a seguir su ejemplo.
Antes de mucho tiempo había tantos ermitaños en el desierto que todas las cuevas estaban ocupadas. Pronto empezó también la formación de comunidades o grupos cenobitas. Un número de ermitaños se reunían bajo una regla común de organización. El movimiento más antiguo de esta clase que se conoce fue el de Pacomio, que tuvo lugar por el año 335 en Egipto.
Desde el oriente este movimiento se extendió a Asia Menor. La manera práctica de pensar de los occidentales y el clima riguroso desanimaron a los que huyeron a las cavernas, pero para el siglo VI Benito de Nursia empezó en Italia un movimiento disciplinado y efectivo. Este se discutirá en un capítulo posterior.

COMPENDIO FINAL

Una nueva dirección había de venir. El problema de la persecución imperial fue reemplazado por el problema del favor imperial. El ideal cristiano fue grandemente influido por las normas y el patrocinio del gobierno romano. El desarrollo del concilio universal como un cuerpo legislador autorizado para todo el cristianismo, junto con el intenso deseo de Constantino de una conformidad universal a una sola norma cristiana de doctrina y práctica, fue un gran paso hacia el gobierno monárquico en el cristianismo. Los cristianos ya habían aprendido a perseguir a sus hermanos en la fe, en un esfuerzo por conseguir la uniformidad.
Los capítulos siguientes dirán la historia de la aparición de la Iglesia Católica Romana. Todos los ingredientes necesarios para levantar tal sistema estaban ahora juntos: el sacramentalismo, el sacerdocio, y el gobierno episcopal, la ambición romana, la rivalidad eclesiástica, una reunión mundial con autoridad, y la norma y el poder del estado secular.
Todos estos elementos fueron utilizados ampliamente por el obispo romano en el siguiente período.

LOS FUNDAMENTOS CATOLICOS ROMANOS

Para 325, cuando se reunió el primer concilio católico (universal), el cristianismo había asumido varias características que, claramente, no eran escriturarias y podían llamarse “católicas”. Estas incluían la idea de una iglesia universal visible compuesta de los obispos, la creencia de que los sacramentos (como ahora serían llamados) llevaban con ellos una clase mágica de gracia transformadora, el empleo de un sacerdocio especial (clero) que sólo por la ordenación estaría preparado para administrar estos sacramentos, y el reconocimiento de los obispos como oficiales gobernantes (gobierno episcopal).
Todas estas características pueden verse en la actualidad en los grupos cristianos que se llaman a sí mismos católicos: católicos romanos, católicos griegos, y católicos anglicanos.
Después de 325 vinieron los fundamentos de un nuevo avance en el desarrollo jerárquico. La oligarquía, el gobierno de muchos obispos, empezó a cambiarse en monarquía, el gobierno de un obispo el obispo de Roma. Esto no significa que los obispos romanos no estaban entre los obispos sobresalientes de todo el cristianismo antes del 325, porque ya para el año 58 el apóstol Pablo había elogiado a la iglesia de Roma por su excelente reputación por todo el mundo. Los escritos no canónicos hablan de la influencia del grande, poderoso y generoso cuerpo de los cristianos de Roma.
La iglesia se había beneficiado con el ilustre nombre y la historia de la ciudad en la que estaba situada, porque Roma había sido ya el centro del mundo por siglos. Era habitual, inclusive, que las iglesias que tenían problemas escribieran a las iglesias más grandes y con más experiencia sobre asuntos de disciplina y doctrina. Se sabe que la iglesia de Roma recibía muchas de esas peticiones de ayuda. Un buen ejemplo es la carta que la iglesia de Corinto dirigió a Roma en la última década del Siglo I.
La iglesia de Corinto, ejerciendo su prerrogativa como un cuerpo autónomo, había quitado a varios presbíteros que habían sido nombrados por los apóstoles, y en la controversia alguien había escrito a la iglesia de Roma pidiendo consejo. La respuesta de Clemente, un pastor u obispo de Roma, es probablemente típica de las cartas escritas por muchos obispos alas iglesias que les pedían consejo en tales asuntos.
La iglesia de Roma fue más tardía que algunas de las otras en poner a un solo obispo sobre el resto de sus oficiales, aparentemente el obispo Aniceto (154-65), parece ser el primer monarca de la congregación romana.
La referencia del obispo Ireneo de Lyon a la tradición apostólica del obispo romano llevaba un énfasis en la rectitud de la doctrina de Roma, más que en la autoridad eclesiástica de Roma. Ireneo, como Cipriano, podía escribir más elocuentemente de la eminencia del obispo de Roma que lo que podía demostrar.
A mediados del Siglo II se desató una disputa entre Roma y ciertos líderes de Asia Menor respecto a la fecha adecuada para observar la Pascua. La práctica oriental era celebrarla de acuerdo con la luna, sin relación al día de la semana que fuera, mientras que la práctica romana era esperar hasta el siguiente domingo.
El obispo Policarpo (un discípulo del apóstol Juan), representando al Oriente, y el obispo Aniceto, representando al Occidente, no pudieron ponerse de acuerdo, y cada uno continuó observando la Pascua de acuerdo con su propia práctica. La controversia se llevó a todas las iglesias y amenazó la paz del mundo cristiano. Se convocaron sínodos (o concilios) en Roma y Palestina en particular, que debatieron los méritos de cada lado, y la práctica de observar la Pascua en domingo fue favorecido en lo general.
Cuando el obispo de Éfeso y muchas iglesias de Asia Menor se negaron a cambiar su antigua práctica, con sínodo o sin él, el obispo Víctor de Roma (189-98) los declaró excomulgados. Muy pronto Ireneo censuró a Víctor por su acción, levantando la duda en cuanto a lo que Ireneo realmente creía en cuanto a la ortodoxia y autoridad del obispo romano.
Tertuliano, el presbítero cartaginés que ha sido llamado el padre de la teología católica romana, no simpatizaba con las pretensiones del obispo romano y en 207 rompió con él y se unió al movimiento montanista. Su discípulo Cipriano también podía escribir elocuentemente acerca del lugar único del obispo de Roma, pero alrededor del año 250 él le dijo vigorosamente al obispo que dejara de entrometerse fuera de la diócesis de Roma. La única superioridad que él le permitía al obispo romano era de dignidad. Es significativo que los donatistas del Siglo IV dirigieran su apelación a un concilio, y después al emperador, pero no al obispo romano.
Para 325, el obispo romano, aunque considerado indudablemente uno de los más fuertes obispos y reconocido por algunos como poseedor de una dignidad inusitada entre los obispos, sin embargo, era uno entre muchos obispos, todos los cuales, de acuerdo con Cipriano tenían igual autoridad apostólica.
El sexto canon del concilio de Nicea (325) reconocía al obispo romano igualdad a los obispos de Alejandría y Antioquía. Es significativo que se haya insertado una falsificación en la copia de este canon que estaba en poder del obispo romano, que argumentaba que Roma siempre había tenido la primacía. Este piadoso fraude fue descubierto después cuando la copia romana fue comparada con otras copias de los archivos de Nicea.
Esto sugiere que el ánimo de los que estaban en Roma era procurar por todos los medios, justos o no, reclamar la preeminencia. No es de maravillar que muchos eruditos actuales duden del texto de algunos de los escritos más antiguos que han sido preservados por Roma: inserciones y decretos falsos aparecen por toda la historia de la Iglesia Romana en un esfuerzo por alcanzar su posición.
Entre el primer concilio universal de 325 y el cuarto tenido en Calcedonia en 451, sin embargo, el obispo romano puso la base para la monarquía eclesiástica ahora conocida por su título. Hubo muchos factores sobresalientes que formaron parte de este desarrollo.