HISTORIA DE LA BIBLIA

LIBRO

(EN HEBREO, MEGUILÁ, QUE SIGNIFICA ROLLO; SEFER, QUE SIGNIFICA CARTA, DOCUMENTO; EN GRIEGO, BIBLOS O BIBLÍON).
Nombre con que la Biblia designa a cualquier documento, sin tomar en cuenta la extensión. Se trata por lo general de un manuscrito enrollado, y frecuentemente sellado (cf. Dn 12.4; Ap 5.1).
Originalmente, los libros estaban hechos de piel, de cuero o PERGAMINO, o bien de PAPIRO (ESCRITURA). El rollo estaba formado por varias piezas de estos materiales, cosidas una a continuación de la otra. Al fijar sus dos extremos en palos o cilindros, la tira larga (alcanzaba ca. de 10 m y 25 cm de ancho) se enrollaba sobre los extremos (cf. Is 34.4; Zac 5.1s). Tal rollo podía contener, por ejemplo, el libro de Isaías o un Evangelio.
El lector empezaba a leer el texto, escrito en columnas (Jer 36.23), desenrollando a partir de la derecha (Lc 4.20, 21). Excepcionalmente se escribía en ambas caras del rollo (Ez 2.9, 10; Ap 5.1).
El plural del término griego to biblíon (documento, rollo), ta biblía, llegó a usarse para las colecciones de escrituras sagradas. De aquí surge el término BIBLIA.
El término castellano «libro» viene del latín liber, que es la corteza interior de los árboles. Pero ya en la época de Cristo, debido a la costumbre de utilizar esa corteza para escribir, liber llegó a tener nuestra acepción moderna.
El antepasado del formato que ahora llamamos libro se origina en la costumbre antigua de amarrar varias tabletas, normalmente de madera, sobre las que se escribía algo. A veces las tabletas estaban cubiertas de cera, y se escribía en ellas con un estilete. El uso de este tipo de tabletas llevó a la costumbre de coserlas de tal modo que se pudieran cerrar una sobre la otra, pues así se protegía lo escrito. Cuando estos primitivos libros constaban de dos tabletas, se les llamaba «dípticos». En los primeros siglos de la iglesia, se acostumbraba escribir en tales dípticos los nombres de personas por las que se oraba al celebrar la comunión.
Los documentos escritos comenzaron a tomar la forma de nuestros libros actuales cuando se comenzó a utilizar el mismo principio de las tablas cosidas, pero empleando hojas de papiro o de pergamino. Naturalmente, esto permitía coser, no ya dos o tres hojas, sino muchas más. El nuevo formato se llamaba «códice» (del latín, codex, que significa tronco del árbol) término empleado también para referirse a las antiguas tabletas antes mencionadas.
Como es sabido, la Biblia en el CANON que utilizan los protestantes, consta de 66 libros: 39 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo Testamento. La Biblia católica, debido a la inclusión de los libros llamados «APÓCRIFOS», tiene 46 libros en el Antiguo Testamento y los mismos 27 en el Nuevo Testamento.
La Biblia alude a ciertos libros perdidos, de los cuales algunos fragmentos se han incorporado en el canon: el libro de las batallas de Jehová (Nm 21.14), el libro de Jaser (Jos 10.13; 2 S 1.18), el libro de los hechos de Salomón (1 R 11.41), el libro de las historias de los reyes de Israel (1 R 14.19), y el «midrás del libro de los reyes [de Judá]» (2 Cr 24.27 BJ). Además, se menciona un libro de memorias (por ejemplo, Éx 17.14; Esd 4.15), que pareciera ser el origen de la idea de un LIBRO DE VIDA.
HISTORÍA DE LA BIBLIA
 La colección de libros reconocidos y usados por la iglesia cristiana como el registro inspirado de la revelación de Dios de sí mismo y de su voluntad para la humanidad.
I. NOMBRES. La palabra “Biblia” viene del gr. biblia, plural de biblion, diminutivo de biblos (libro), de byblos (papiro). En tiempos antiguos se usaba el papiro para hacer el papel del que se fabricaban los libros. Las palabras biblion y biblia se usan en el AT (LXX) y en los Apócrifos para las Escrituras Daniel 9:2; 1 Mac. 1:56; 3:48; 12:9). Alrededor del siglo V de la era cristiana, los Padres de la iglesia griega aplicaron el término biblia a la totalidad de las Escrituras cristianas. Más tarde la palabra pasó a la iglesia occidental y, aunque en realidad es un sustantivo plural neutro, llegó a usarse en el lat. Como femenino singular. Así, “Los Libros” se convirtieron por consenso común en “El Libro”.
En el NT se refiere generalmente al AT como las Escrituras (Mateo 21:42; 22:29; Lucas 24:32; Juan 5:39; Hechos 18:24). Otros términos que se usan son Escritura (Hechos 8:32; Gálatas 3:22), las sagradas Escrituras (Romanos 1:2; 2 Timoteo 3:15) y escritos sagrados (2 Timoteo 3:15 RSV, inglés).
El término plural biblia enfatiza el hecho de que la Biblia es una colección de libros. El uso de la palabra en singular pone énfasis en la unidad de los libros. El hecho de que ningún adjetivo calificativo se coloque antes del término apunta a la singularidad de este libro.
Los nombres Antiguo Testamento y Nuevo Testamento se han usado desde fines del siglo II de la era cristiana para distinguir a las Escrituras judías y cristianas. El AT está compuesto por libros producidos por escritores bajo el pacto de Dios con Israel; el NT contiene escritos de los apóstoles (miembros del pueblo del nuevo pacto de Dios). El término Novum Testamentum se encuentra por primera vez en Tertuliano (190-220 d. de J.C.). “Testamento” se usa en el NT para traducir la palabra gr. diatheke (lat. testamentum) que en el uso clásico significaba “una voluntad” pero en la Septuaginta y en el NT se usaba para traducir la palabra heb. berith (un pacto).
II. IDIOMAS. La mayor parte del AT fue escrita en heb., el idioma hablado por los israelitas en Canaán antes de la cautividad babilónica. Después del regreso del exilio, los hebreos le dieron entrada al arameo, un dialecto relacionado que se hablaba por lo general en todo el sudoeste de Asia. Unas cuantas partes del AT están escritas en arameo (Esdras 4:8—6:18; 7:12-26; Jeremías 10:11; Daniel 2:4—7:28). El texto heb. Antiguo consistía solamente de consonantes, ya que el alfabeto heb. No tenía vocales escritas. Los signos vocales fueron inventados por los eruditos judíos masoréticos en el siglo VI de la era cristiana y más tarde.
Excepto por unas cuantas palabras y frases, el NT fue compuesto en gr. el idioma de la conversación común en el mundo helenístico. Los papiros encontrados en Egipto han arrojado mucha luz sobre el significado de muchas palabras del NT.
III. DIVISIONES PRINCIPALES DE LA BIBLIA.
La Biblia posee dos grandes divisiones conocidas como Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Los libros del Antiguo Testamento se escribieron en un período de 1.000 años aproximadamente. El Antiguo Testamento nos narra la preparación realizada para el advenimiento de Cristo.
El Nuevo Testamento se escribió en un período de más o menos 60 años. Esta parte de la Biblia nos narra la venida, vida y ministerio de Cristo, así como el crecimiento de la iglesia primitiva.
UN VISTAZO A LOS LIBROS DE LA BIBLIA Y SU CLASIFICACIÓN
ANTIGUO TESTAMENTO
PENTATEUCO O LEY: LIBRO Y RESUMEN
GÉNESIS: Creación y establecimiento de la relación de pacto.
ÉXODO: Liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto.
LEVÍTICO: Ley ceremonial.
NÚMEROS: El pueblo de Dios vaga por el desierto.
DEUTERONOMIO: Moisés entrega la Ley de nuevo antes de que el pueblo entre a la tierra prometida.
HISTORIA DE ISRAEL: LIBRO Y RESUMEN
JOSUÉ: Conquista y división de la tierra prometida.
JUECES: Varios jueces o líderes militares rescatan a la nación de Israel.
RUT: Hermoso relato sobre el amor y el cuidado de Dios.
1 Y 2 SAMUEL: La historia primitiva de Israel que incluye los reinados de Saúl y David.
1 Y 2 REYES: Historia política de Israel concentrada en los reinados de ciertos reyes desde el tiempo de Salomón hasta el cautiverio babilónico del pueblo judío.
1 Y 2 CRÓNICAS: Historia religiosa de Israel que abarca el mismo período de 2 Samuel y 1 y 2 Reyes.
ESDRAS: Regreso del pueblo judío del cautiverio en Babilonia.
NEHEMÍAS: Reedificación de las murallas de Jerusalén después que los cautivos regresaron de Babilonia.
ESTER: Cuidado de Dios hacia su pueblo bajo el dominio gentil.
SAPIENCIALES: LIBRO Y RESUMEN
JOB: Evaluación de los problemas del mal y el sufrimiento humano.
SALMOS: Libro de cantos o himnario del antiguo Israel.
PROVERBIOS: Dichos sabios y observaciones creadas para fomentar conducta y actitudes apropiadas.
ECLESIASTÉS: Descripción filosófica de lo vacía que es la vida sin Dios.
CANTAR DE LOS CANTARES: Canto de amor que representa la belleza de una relación humana como símbolo del amor divino.
PROFETAS MAYORES: LIBRO Y RESUMEN
ISAÍAS: La principal profecía de condena y consolación mesiánica.
JEREMÍAS: Mensaje de juicio contra la moral de Judá y el deterioramiento espiritual.
LAMENTACIONES: Cinco poemas de lamento por la caída de Jerusalén.
EZEQUIEL: Profecía de juicio durante el cautiverio babilónico.
DANIEL: Libro de profecía sobre los postreros tiempos.
PROFETAS MENORES: LIBRO RESUMEN
OSEAS: Mensaje de condenación a Israel seguido por el perdón de Dios.
JOEL: Predicción de la invasión extranjera como juicio de Dios.
AMÓS: Edictos de juicio contra las naciones, sobre todo a Israel.
ABDÍAS: Libro que profetiza la destrucción total de Edom.
JONÁS: Relato sobre un profeta desobediente que llevó a Nínive al arrepentimiento.
MIQUEAS: Predicción de juicio y promesa de restauración mesiánica.
NAHÚM: Profecía sobre la destrucción de Nínive.
HABACUC: Un profeta que discutió con Dios y alabó su inminente juicio contra Judá.
SOFONÍAS: Predicción de juicio destructivo seguida de tremenda bendición.
HAGEO: Llamado a reedificar el templo después que regresan de Babilonia.
ZACARÍAS: Profecía mesiánica que llama a terminar la construcción del templo.
MALAQUÍAS: Profecía de destrucción seguida de la bendición mesiánica.
NUEVO TESTAMENTO
EVANGELIOS: LIBRO Y RESUMEN
MATEO: Se presenta a Cristo como el cumplimiento de la profecía mesiánica del Antiguo Testamento.
MARCOS: Quizás el primero de los Evangelios, se centra en el ministerio de Cristo.
LUCAS: La biografía más completa sobre Cristo, enfocándose en su perfección y ministerio de salvación.
JUAN: El Evangelio más simbólico que presenta a Cristo como el Hijo de Dios.
HISTORIA DE LA IGLESIA PRIMITIVA: LIBRO Y RESUMEN
HECHOS: Historia de la expansión de la iglesia primitiva.
EPÍSTOLAS DEL APÓSTOL PABLO: LIBRO Y RESUMEN
ROMANOS: Explicación de la fe cristiana para judíos y gentiles, dirigida a la iglesia en Roma.
1ª CORINTIOS: Instrucciones a la iglesia en Corinto que lidia con problemas entre cristianos.
2ª CORINTIOS: Defensa de Pablo y explicación de su apostolado.
GÁLATAS: Importancia de la necesidad de justificación por fe antes que por obras.
EFESIOS: Carta a la iglesia en Éfeso explicando la posición del creyente en Cristo.
FILIPENSES: Carta gozosa a la iglesia en Filipos, relata la fe triunfante de Pablo durante su encarcelamiento.
COLOSENSES: Consideración de la supremacía de Cristo, escrita a la iglesia en Colosas.
1 Y 2 TESALONICENSES: Instrucciones a la iglesia en Tesalónica sobre la venida del Señor.
1 Y 2 TIMOTEO: Manuales de liderazgo para el joven pastor en Éfeso.
TITO: Manual de conducta cristiana para líderes de la iglesia, escrita a un joven pastor de Creta.
FILEMÓN. Petición por la unidad cristiana y el perdón del esclavo fugado.
EPÍSTOLAS GENERALES: LIBRO Y RESUMEN
HEBREOS: Presentación de Jesucristo como Sumo Sacerdote, dirigida a los creyentes judíos.
SANTIAGO: Instrucciones prácticas para el cristianismo aplicado.
1 PEDRO: Pedro consuela y anima a cristianos que sufren.
2 PEDRO: Advertencia de Pedro contra los falsos maestros.
1 JUAN: Recordatorio de Juan sobre la plenitud de la humanidad de Cristo.
2 JUAN: Carta de aliento y aprobación de Juan.
3 JUAN: Nota personal de aprecio de Juan para Gayo.
JUDAS: Fuerte advertencia contra los falsos maestros.
APOCALIPSIS: Profecía de aliento sobre los días finales y el triunfo definitivo de Dios.
IV. TEXTO. El texto de la Escritura ha llegado a nosotros en un admirable estado de preservación. Hasta el invento de la imprenta a mediados del siglo XV, todas las copias de las Escrituras fueron hechas a mano. Los antiguos escribas judíos copiaron el AT con sumo cuidado. Los Rollos del Mar Muerto, algunos de los siglos II y III a. de J.C., contienen tanto libros enteros o fragmentos de todos los del AT, excepto uno (Ester); y dan testimonio de un texto admirablemente semejante al texto heb. Dejado por los masoretas (desde el año 500 d. de J.C. en adelante).
La evidencia de la confiabilidad del texto del NT es concluyente e incluye cerca de 4.500 mss. gr., los cuales datan desde el año 125 d. de J.C. hasta la invención de la imprenta. Varias versiones, p. ej., la Antigua Latina y Siriaca, se remontan cerca del año 150 d. de J.C... Existe infinidad de citas de las Escrituras en los escritos de los Padres de la iglesia, principiando con los fines del primer siglo. Entre los mss. Más antiguos del NT gr. que han llegado a nosotros están: el fragmento del Evangelio de Juan de John Rylands (c. 125); el Papyrus Bodmer II, un ms. del Evangelio de Juan que data de c. 200; el Chester Beatty Papyri, que consiste de tres códices que contienen los Evangelios y Hechos, la mayoría de las Cartas de Pablo y Apocalipsis, que datan desde c. 200; y los códices Vaticano y Sinaítico, ambos escritos en 350.
V. CAPÍTULOS Y VERSÍCULOS. La Biblia originalmente no tenía caps. O vv. Por razón de conveniencia para referencia, los judíos de los tiempos pretalmúdicos dividieron el AT en secciones, como nuestros caps. Y vv. La división de caps. Que usamos hoy la hizo Stephen Langton, arzobispo de Canterbury, quien murió en 1228. La división del NT en sus vv. Actuales la encontramos por primera vez en una edición del NT gr. publicado en 1551 por un impresor de París, Robert Stephens, quien en 1555 también sacó una edición de la Vulgata que fue la primera edición de la Biblia entera que apareció con nuestros caps. Y vv. actuales. La primera Biblia en inglés que se dividió en esa forma fue la edición de Ginebra de 1560.
VI. TRADUCCIONES. El AT fue traducido al gr. (la LXX) entre los años 250 y 150 a. de J.C., y poco después del principio de la era cristiana aparecieron otras traducciones en gr. Al menos partes del AT fueron traducidas al siriaco a principios del primer siglo de la era cristiana y una traducción cóptica apareció probablemente en el siglo III. El NT fue traducido al lat. Y siriaco en c. 150 y una cóptica en c. 200. La Biblia, completa o en partes, está ahora disponible en más de 1.100 diferentes idiomas y dialectos.
VII. MENSAJE. Aunque la Biblia consiste de muchos libros diferentes escritos durante un largo período de tiempo y por una gran variedad de escritores, la mayoría de los cuales no se conocían unos a otros, tiene una unidad orgánica que solamente puede explicarse asumiendo, como el libro mismo lo reclama, que sus escritores fueron inspirados por el Espíritu Santo para dar el mensaje de Dios al hombre. El tema de este mensaje es el mismo en ambos Testamentos, la redención del hombre. El AT nos habla del origen del pecado del hombre y de la preparación que Dios hizo para la solución de este problema a través de su propio Hijo, el Mesías. El NT describe el cumplimiento del plan redentor de Dios: los cuatro Evangelios nos hablan sobre la venida del Mesías; Hechos describe el origen y crecimiento de la iglesia, el pueblo redimido de Dios; las Epístolas dan el significado y la implicación de la encarnación; y el libro de Apocalipsis muestra cómo algún día toda la historia será consumada en Cristo.
VIII: VERSIONES DE LA BIBLIA. En los primeros días del cristianismo, la única Biblia conocida era la Vulgata latina, hecha por Jerónimo entre los años 383 y 405 d. J.C., y solamente el clero y los monjes podían leer lat. Fue Wycliffe quien primero tuvo la idea revolucionaria de proporcionar al laico común la Biblia en su propia lengua. Fue el primero en hacer accesible toda la Biblia en inglés.
JOHN WYCLIFFE. Nacido en Yorkshire por el año 1320, Wycliffe es una de las figuras más ilustres del siglo XIV. Prominente teólogo de Oxford de su tiempo y ardiente reformador eclesiástico, se le llama la “Estrella de la mañana de la Reforma”. Estaba convencido que la forma más segura de vencer a Roma era poner la Biblia en las manos de la gente común y, por lo tanto, decidió hacer accesible dicha traducción. Bajo sus auspicios, el NT salió a luz en 1380 y el AT dos años más tarde. Un número de eruditos trabajaron con él en el proyecto. Uno de sus colaboradores, Nicholas Hereford, tradujo la mayor parte del AT. La traducción se hizo del lat., no de las lenguas originales. Para ayudarle en sus esfuerzos de reforma, Wycliffe organizó un tipo de orden religiosa de predicadores pobres, llamados lolardos, a quienes envió por toda Inglaterra para predicar sus doctrinas y leer la Escritura a todos los que deseaban escucharla. La historia relata que la gente estaba tan ávida de leerla que daban una carga completa de heno por el uso del NT por un día.
WILLIAM TYNDALE. William Tyndale, la otra gran figura en la historia de la Biblia, nació por el año 1494 y estudió en Oxford y Cambridge. Poco después de salir de Cambridge, mientras trabajaba como capellán y tutor, en una controversia con un clérigo, dijo: “Si Dios me preserva la vida, antes de muchos años lograré que un muchacho que conduzca un arado conozca más de la Escritura que lo que usted conoce.” El obispo de Londres rehusó ayudar a financiar la traducción, pero un rico mercader en telas de Londres vino en su ayuda. Después de seis meses, en 1524, Tyndale salió hacia el continente luego de encontrar demasiada oposición en su país. Nunca pudo volver a Inglaterra.
Parece que visitó a Lutero en Wittenberg y de allí fue a Colonia donde encontró a un impresor para su NT. Al ser descubierto su plan por un sacerdote, Tyndale se vio obligado a huir. En Worms encontró otro impresor y allí, en 1525, se publicaron 3.000 copias del primer NT en inglés. Por el año 1530 se habían publicado seis ediciones, con cerca de 15.000 copias. Todas fueron introducidas de contrabando a Inglaterra, ocultas en pacas de algodón, sacos de harina y bultos de lino.
Tan pronto como el NT de Tyndale llegó a Inglaterra, tuvo una gran demanda: de los laicos para poder leerlo y de las autoridades eclesiásticas ¡para destruirlo! Se emitió un decreto para su destrucción. Los obispos compraron ediciones enteras para quemarlas. Como resultado, solamente sobrevivieron unas cuantas copias imperfectas. El NT en inglés de Tyndale fue traducido del texto gr., compilado y publicado por Erasmo.
Tan bien hizo Tyndale su trabajo que la KJV reproduce cerca del 90 por ciento de su traducción. Nunca terminó de traducir el AT del texto heb., pues fue traicionado en Antwerp por un católico romano inglés y condenado a muerte como hereje. Fue estrangulado y su cuerpo quemado en la estaca. Sus últimas palabras fueron una oración: “Señor, abre los ojos del rey de Inglaterra.” Aunque su NT fue quemado por la iglesia en enormes cantidades, aumentó grandemente el apetito por la Biblia en inglés, apetito que el gobierno empezó a ver la sabiduría y la necesidad de satisfacer.
MILES COVERDALE. Cuando Tyndale fue encarcelado en Holanda, súbitamente apareció en Inglaterra una Biblia en inglés en 1535. Había llegado del continente. La página del título afirmaba que había sido traducida del alemán y el lat. Al inglés. Esta Biblia fue traducción de Miles Coverdale. Sin embargo, la mayor parte de su versión no era otra cosa que una ligera revisión del trabajo realizado anteriormente por Tyndale. Con todo, fue la primera Biblia completa impresa en el idioma inglés. Coverdale usó el trabajo de cinco diferentes traductores. Su versión de los Salmos todavía aparece en el Libro de la Oración Común que se usa diariamente en el ritual de la Iglesia de Inglaterra.
En 1537 aparecieron dos nuevas ediciones de la Biblia de Coverdale y la página del título contiene las siguientes palabras significativas: “Dada a conocer con la muy bondadosa licencia del Rey.” De modo que, a un año de la muerte de Tyndale, se tradujo, imprimió y distribuyó toda la Biblia, aparentemente con la aprobación real.
THOMAS MATTHEW. En 1537 apareció otra Biblia en Inglaterra, ésta de Thomas Matthew (seudónimo de John Rogers, antiguo asociado de Tyndale), quien fue quemado en la estaca por la reina María en 1555. Todo el NT y como la mitad del AT son de Tyndale, en tanto que el resto es de Coverdale.
En la página del título tenía las siguientes palabras: “Dada a conocer con la muy bondadosa licencia del Rey.” Esta Biblia tiene la distinción de ser la primera edición de toda la Biblia en inglés que se imprimió en Inglaterra.
THE GREAT BIBLE. (La Gran Biblia). La siguiente Biblia que apareció fue una revisión de la Biblia Matthew, hecha por Coverdale. La impresión se inició en París, pero la Inquisición entró en acción y el trabajo se completó en Inglaterra.
Apareció en 1539 y se le llamó la Gran Biblia, por causa de su enorme tamaño y costo. Las ediciones subsecuentes se llamaron Biblia de Cranmer, por razón de un prefacio que él escribió para la edición. En 1538 se dictó una orden, cuando se estaba imprimiendo esta Biblia, para que una copia de ella fuera colocada en cada iglesia en la tierra.
THE GENEVAN BIBLE (La Biblia de Ginebra). Con el ascenso al trono de María en 1553, cientos de protestantes perdieron su vida, algunos asociados de cerca con la traducción de la Biblia, como John Rogers y Thomas Cranmer. Algunos reformadores ingleses escaparon a Ginebra donde la figura dirigente era Juan Calvino. Uno de ellos, William Wittingham, quien se había casado con la hermana de Calvino, produjo en 1557 una revisión del NT en inglés, el primer NT en inglés impreso en tipo romano y con el texto dividido en vv. El y sus asociados publicaron después una revisión de toda la Biblia en 1560, la Biblia de Ginebra, o la Biblia Ceñidores (Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron ceñidores, Génesis 3:7).
THE BISHOPS’ BIBLE. (La Biblia de los Obispos). La Reina Elizabeth, quien sucedió a María Tudor como reina, restableció los arreglos de Eduardo VI. Se volvió a colocar la Gran Biblia en cada iglesia y se estimuló a la gente a leer las Escrituras. La excelencia de la Biblia de Ginebra hizo obvias las deficiencias de la Gran Biblia, pero algunas de las traducciones de la Biblia de Ginebra y las notas marginales la hicieron inaceptable para muchos clérigos. El Arzobispo Parke, auxiliado por ocho obispos y algunos otros eruditos, hicieron una revisión de la Gran Biblia, que completaron y publicaron en 1568 y es conocida como la Biblia de los Obispos, pero no es tan popular como la Biblia de Ginebra.
VERSIONES EN CASTELLANO. CASIODORO DE REINA hizo la primera traducción completa de la Biblia en español, basada en las lenguas originales (hebreo, arameo y griego) y fue publicada en 1569. No hay duda de que su traducción del NT se valiera de alguna de las labores anteriores de Francisco Enzinas, cuyo Nuevo Testamento apareció en 1543, y de Juan Pérez, cuyo Nuevo Testamento apareció en 1556. Es conocida como la Biblia del Oso por el grabado de un oso sacando miel de un panal, que se encuentra en la portada. Reina, por su fe evangélica, fue perseguida en España, donde había comenzado la traducción de la Biblia. Huyó a Inglaterra en 1557 y más tarde a Suiza y todavía más tarde a Alemania, donde terminó su traducción. Y fue en Basilea, Suiza, donde la publicación se realizara en septiembre de 1569.
CIPRIANO DE VALERA, antiguo compañero de monasterio de Reina, en España, revisó la traducción de Casiodoro, logrando publicar, en Amsterdam, Holanda, el Nuevo Testamento en 1596 y la Biblia completa en 1602. A veces su Biblia, en la edición original, es conocida como la Biblia del Cántaro, por el grabado que lleva en su portada. Por muchos años la revisión de Cipriano se conoció como la “Versión de Valera”.
Durante el siglo XX, gracias a los esfuerzos de las Sociedades Bíblicas, la relación de la versión de Valera con la original de Reina ha vuelto a establecerse y, por lo tanto, las revisiones más recientes de esta versión evangélica de la Biblia se conocen como la versión Reina-Valera. Ha llegado a ser la versión más ampliamente usada en todo el idioma español. Esto se debe no solamente a los nuevos sistemas de distribución (la impresión original fue tan sólo de 1.100 ejemplares), sino a su fidelidad a los textos originales, a su claridad y su belleza del estilo literario.
Pero (como dijera Luis D. Salem en su artículo alusivo en la Biblia de Estudio Mundo Hispano) el éxito de esta versión de debe “a la elegancia, sencillez y actualidad de las oportunas revisiones a que la dicha obra ha sido sometida a lo largo de sus cuatro siglos de existencia”. Comenta además: en Las revisiones son para las obras literarias como las operaciones quirúrgicas para el cuerpo humano: dolorosas, pero necesarias y vivificantes.”
Salem, aparte de la revisión original de Valera, menciona y da detalles sobre 14 diferentes revisiones entre los años 1708 y 1960. Aunque algunas de las revisiones han sido limitadas, otras, como la de 1909, introdujeron “unos 60.000 cambios de palabras y algo más de 100.000 cambios de ortografía y gramática”. También ha habido revisiones más recientes en los años 1977 (publicación por CLIE); 1979 (publicación de la Compañía Stampley); la Reina-Valera Actualizada (publicación de la Editorial Mundo Hispano como Biblia completa en 1989); una publicación por la Sociedad Bíblica Emanuel (en 1990); y una por las Sociedades Bíblicas Unidas (en 1995).
Otras traducciones evangélicas del Nuevo Testamento incluyen: El Nuevo Pacto, publicado originalmente en 1858 y posteriormente por la Casa Bautista de Publicaciones en León, México en 1916. La versión Hispano-Americana, publicada originalmente en 1916, revisada en 1953 (como la versión Latinoamericana; publicada más recientemente por Editorial Mundo Hispano como la versión hispanoamericana, revisión de 1953.
La traducción de Pablo Besson, hecha en la Argentina y publicada allí fraccionadamente entre los años 1912 y 1919; posteriormente por la Junta Bautista de Publicaciones en Buenos Aires en 1948 y después por las Editoriales Mundo Hispano y Palabra en 1981. El Nuevo Testamento Nueva Versión Internacional, publicado por la Sociedad Bíblica Internacional, 1979; el Nuevo Testamento “Nueva Vida”, publicado por la Editorial Mundo Hispano, 1980.
Otras traducciones evangélicas de la Biblia completa incluyen: la Versión Moderna, traducida por el Dr. Henry B. Pratt, publicada por la Sociedad Bíblica Americana en 1893. La versión popular, generalmente circulada bajo el título “Dios Habla Hoy”, publicada por las Sociedades Bíblicas Unidas como Biblia completa en 1979.
La Biblia de las Américas, publicada por la Fundación Lockman, como Biblia completa en 1986. La Biblia al Día (la Santa Biblia en paráfrasis, que sigue la metodología de la “Living Bible” en inglés); el Nuevo Testamento ha sido circulado ampliamente bajo el título “Lo Más Importante Es el Amor”, publicado originalmente por la Editorial Unilit y la Editorial Mundo Hispano en 1979.
Hasta mediados del siglo XX, las traducciones católicas de las Sagradas Escrituras que más circulaban eran la Sagrada Biblia, de Felipe Socio de San Miguel (publicada en España originalmente en 1793) y la traducción de Félix Torres Amat y José Miguel Petisco (publicada en España por los años 1822 a 1824). Ambas se basaban principalmente en la Vulgata latina. Desde mediados del siglo XX ha habido numerosas versiones católicas del Nuevo Testamento y de la Biblia completa. Y, en la mayoría, si no en todos los casos, las traducciones se han basado en las lenguas originales en vez de la Biblia en la versión Vulgata en lat.
Traducciones del Nuevo Testamento incluyen: El Nuevo Testamento versión de Juan de la Torre, en español y gr., publicado en Alemania, pero bajo auspicios de la Iglesia Católica Romana Argentina en 1909. El Nuevo Testamento, traducción del Dr. Guillermo Júnemann, publicado en Concepción, Chile en 1928. El Nuevo Testamento, traducción hecha por un grupo de profesores católicos y publicados en Madrid, España por la Asociación para el Fomento de los Estudios Bíblicos en España en 1954.
Y ha habido traducciones de toda la Biblia, dentro de la tradición católica, por José Straubinger, en 1948; por Nácar y Colunga, en 1944; por Bover y Cantera, en 1947; Por Fuenterrabía, en 1964; por Evaristo Martín Nieto, en 1964; por Pedro Franquesa y José Solé, en 1966; por Magaña, en 1979; y por Shokel y Mateos, en 1975. Todavía otras traducciones católicas han funcionado bajo sus nombres o editoriales, como la Biblia de Jerusalén (1967); la Biblia para Latinoamérica (1971); la publicación por Herder (1964); y la publicación por Ediciones Paulinas (1964).
En general, las traducciones del siglo XX han hecho uso de los descubrimientos recientes, tales como los Rollos del Mar Muerto, y una comprensión aumentada del heb., para producir traducciones más precisas y más claras. Su valor para quien realmente quiere entender el mensaje de las Sagradas Escrituras es incalculable.
LIBROS APOCRIFOS. Hay 15 libros y caps. Interpuestos entre los libros canónicos del AT en la antigua Biblia Vulgata lat. En las versiones actuales los libros apócrifos generalmente se presentan como nueve libros separados. En el Concilio de Trento (1546 d. de J. C.) la iglesia Católica Romana recibió como canónicos todos los materiales adicionales incluidos en la Vulgata con excepción de 1 y 2 de Esdras y la Oración de Manasés. Esa decisión se hizo en contradicción a la mejor tradición aun de la misma iglesia romana, en reacción a los reformadores, que reconocían sólo los libros que estaban en el canon de los judíos (cf. esp., Josefo, Contra Apionem 1:8), el canon aprobado por el Señor Jesucristo. Los siguientes libros se consideran Libros Apócrifos: 1 y 2 Esdras, Tobías, Judit, Adiciones a Ester, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico, Baruc, Epístola de Aristeas, la Oración de Asarías y el Cántico de los Tres Niños, Susana, Bel y el Dragón, la Oración de Manasés, y 1 y 2 Macabeos.
LIBROS APÓCRIFOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO. El término «apócrifos» significa «escondidos», y con él se designaron los libros no destinados al uso general, porque se consideraba que contenían verdades demasiado profundas para la mayoría, o porque se pensaba que contenían errores o herejías. El empleo evangélico (protestante) de este término, sin embargo, solo denota que estos libros no son canónicos, significado que se remonta a Jerónimo.
ORIGEN: De acuerdo con la tradición atestiguada por Jerónimo, existen 14 ó 15 libros apócrifos. Todos se originaron en el período intertestamentario, que va del siglo II a.C. al siglo I d.C. Todos se escribieron originalmente en hebreo o en arameo, excepto Sabiduría, Oración de Manasés y 2 Macabeos, y gozaron de gran popularidad entre la numerosa colonia judía de Alejandría. Casi todos se incluyeron en la traducción griega del Antiguo Testamento llamada SEPTUAGINTA (LXX), que se hizo en esa ciudad. Ello implica que estos judíos, en cierta forma, los consideraron revestidos de la misma autoridad que los demás libros del Antiguo Testamento.
CANONICIDAD: Sin embargo, los rabinos que se reunieron en el llamado Concilio de Jamnia en 90 d.C. asumieron la tarea de fijar el CANON de los libros sagrados hebreos. Los criterios empleados por los rabinos fueron los siguientes:
(1) Composición del libro en hebreo o Arameo.
(2) Antigüedad (por creerse que la profecía cesó con Esdras)
(3) Ortodoxia:
(4) Calidad literaria.
De acuerdo con estos criterios y otros factores, respecto a los cuales solo podemos conjeturar, los libros apócrifos quedaron excluidos del canon hebreo.
Sin embargo, la decisión de Jamnia no afectó a los cristianos de los primeros siglos de nuestra era, puesto que su Biblia era el Antiguo Testamento griego (LXX). Es cierto que ningún libro apócrifo se cita directamente en el Nuevo Testamento; no obstante, los apócrifos parecen haber influido directa o indirectamente en algunos escritos neotestamentarios: cf. Mt 11.28–30 con Ecl 24.25–31; Mt 9.17 con Ecl 9.15; Lc 12.6–20 con Ecl 11.14–20; Ro 1.19–20 con Sb 13.1–9; Ro 9.21 con Sb 15.7; Heb 1.3 con Sb 7.26; Heb 11.35 con 2 Mac 6.18–9.28.
Muchos padres de la iglesia antigua citaron estos libros sin reconocerlos como parte de la Biblia cristiana. Cirilo de Jerusalén (m. 381) y Jerónimo (m. 420) fueron más explícitos en distinguir los apócrifos de los libros canónicos del Antiguo Testamento. En su prólogo a los libros de Salomón, Jerónimo apunta que los apócrifos del Antiguo Testamento podían leerse para la edificación, pero «no para confirmar la autoridad de los dogmas de la iglesia». Los incluyó en el Antiguo Testamento de su versión latina de la Biblia (la Vulgata), pero señaló en los prólogos los libros que no se hallaban en el canon hebreo.
EVALUACIÓN PROTESTANTE. En el siglo XVI, Lutero y otros reformadores emplearon el Antiguo Testamento hebreo, que no contenía los apócrifos. Conocían los puntos de vista de Jerónimo y se alejaron de ciertas doctrinas que la iglesia de Roma basó en los apócrifos. En su versión alemana del Antiguo Testamento (1534), Lutero juntó los apócrifos, dispersos a través de la Vulgata, en una sola sección. Los colocó después del Antiguo Testamento y los encabezó con las siguientes palabras: «Apócrifos. Libros que no son tenidos por iguales a la Sagrada Escritura, pero cuya lectura es útil y buena». Otras traducciones protestantes de la Biblia a las lenguas vernáculas siguieron el ejemplo de Lutero, incluyendo la Biblia del Oso, de Casiodoro de Reina (1569).
Frente a esta actitud, la iglesia de Roma decretó, en el Concilio de Trento (1546), que quienes no reconocieran como sagrados y canónicos todos los libros contenidos en la Vulgata estaban «anatematizados». Libros como 1 y 2 Esdras y la Oración de Manasés, no incluidos en la lista de doce escritos declarados como canónicos en Trento, se publicaron más tarde en letra pequeña, a modo de apéndice, en la edición clementina de la Vulgata (1592). Debe observarse que los católicos romanos se refieren a los apócrifos como libros «deuterocanónicos», sin que ello implique menoscabo de su inspiración y autoridad.
En el artículo sexto de los «Treinta y nueve artículos de la religión», la iglesia anglicana recomienda la lectura de los apócrifos «por motivo del ejemplo de vida y la instrucción en las costumbres, pero no los emplea para establecer doctrina alguna».
La Confesión de Westminster (1647), que ha sido autoritativa para las iglesias presbiterianas (calvinistas) de habla inglesa, rechaza categóricamente los apócrifos y los despoja de cualquier viso de autoridad. En 1827, la Sociedad Bíblica Británica, seguida por la Sociedad Bíblica Norteamericana, decidió excluir los apócrifos en los ejemplares de la Biblia publicados por ella.
Ningún evangélico, por cierto, equipara los apócrifos con los libros canónicos. Sin embargo, los apócrifos constituyen un eslabón entre los dos testamentos, sin el cual se dificulta notablemente la comprensión del Nuevo Testamento, y puesto que formaban parte de la Biblia cristiana más antigua, los apócrifos deben estudiarse.
EL ORDEN DE LOS LIBROS APÓCRIFOS: Los libros individuales apócrifos del Antiguo Testamento se organizan en orden alfabético en la subsiguiente artículo. Pero aquí está el orden en el cual generalmente se organizan estos 15 libros en las Biblias que contienen los apócrifos.
1. Primer libro de Esdras.
2. Segundo libro de Esdras.
3. Tobías.
4. Judit.
5. Adiciones a Ester.
6. El libro de la Sabiduría.
7. Eclesiástico o Sabiduría de Jesús, el hijo de Sirac.
8. Baruc.
9. La carta de Jeremías.
10. La oración de Azarías y el cántico de los tres jóvenes.
11. Susana.
12. Bel y el dragón.
13. La oración de Manasés.
14. Primer libro de los Macabeos.
15. Segundo libro de los Macabeos.
DESCRIPCIÓN: A continuación damos un resumen del carácter, el contenido y la fecha de composición de los apócrifos (de los cuales los números 1, 2 Esdras y La oración de Manasés no se imprimen en las Biblias catolicorromanas).
1. PRIMER LIBRO DE ESDRAS (3 Esdras en la Vulgata) Es una traducción y compilación de 2 Cr 35.1–36.21, aumentada por la adición de un pasaje largo (3.1–5.3). Relata cómo Zorobabel obtuvo de Darío la autoridad y los fondos para reanudar la reconstrucción de los muros de Jerusalén y del templo. Se supone que fue escrito después del 150 a.C.
2. SEGUNDO LIBRO DE ESDRAS (4 Esdras en la Vulgata) Es un libro apocalíptico que contiene en los caps. 3–14 siete visiones al parecer otorgadas a Esdras en Babilonia durante el siglo VI a.C. El autor está obsesionado por la razón del mal y del sufrimiento humano y procura justificar ante los hombres los caminos de Dios. El autor de estos caps. Fue un judío desconocido que quizás escribió en arameo hacia fines del siglo I d.C. Los caps. 1, 2 y 15, 16 son adiciones posteriores de dos autores cristianos.
3. TOBÍAS: Es un relato popular y edificante. El ángel Rafael soluciona los problemas de Tobit y de Sara, dos judíos piadosos, por mediación de Tobías, hijo de Tobit. El libro destaca los deberes con los muertos y el consejo de dar limosna. Apareció en el siglo II a.C.
4. JUDIT: Relata cómo una bella viuda judía, Judit, le cortó la cabeza a Holofernes, comandante asirio que sitiaba la ciudad de Betulia, y así salvó a los israelitas. La historia está repleta de errores y dislates históricos y geográficos que tal vez introdujo adrede el autor para centrar la atención en el drama religioso que constituye el fondo del relato. Es probable que el libro se escribiera en hebreo, alrededor del 100 a.C.
5. ADICIONES A ESTER: En el siglo I o II a.C. un tal Lisímaco (11.1) tradujo el texto hebreo de Ester al griego. En seis lugares distintos de la narración griega, él, u otro autor, introdujo pasajes que no se hallan en el texto hebreo y que suman 107 versículos. Todas estas adiciones, menos una, mencionan el nombre de Dios (recuérdese que el texto masorético no se refiere ni una sola vez a Dios). En la Vulgata estas adiciones se agregan al final del texto canónico, pero en la Biblia de Jerusalén están intercaladas en letra cursiva en los lugares correspondientes al texto canónico.
6. EL LIBRO DE LA SABIDURÍA: Aunque insinúa que su autor fue Salomón, en realidad lo escribió en griego un judío helenizado, quizás de Alejandría, entre 100 y 50 a.C. El autor parece tomar en cuenta diferentes clases de lectores: judíos tibios y apóstatas (caps. 1–5) y judíos fieles pero desanimados por las persecuciones (caps. 10–12 y 16–19). A posibles lectores gentiles les ofrece una apología a favor de la verdad del judaísmo y señala la insensatez de la idolatría (caps. 6–9 y 13–15). Recalca la creencia en la inmortalidad del alma (rasgo típicamente helenista) y ensalza el papel de la sabiduría, que se identifica con Dios en el gobierno del mundo (7.22–8.1).
7. ECLESIÁSTICO: Se escribió en hebreo en 190 ó 180 a.C. por un judío de Palestina llamado Jesús (en hebreo, Josué), hijo de Sirac (50.29). Unos cincuenta años después el nieto del autor llevó un ejemplar a Egipto, donde lo tradujo al griego (véase el Prólogo). Este libro recalca que la sabiduría es la ley que Moisés proclamó (24.33, 34). Una recopilación muy variada de máximas la encontramos en 1.1–42.4. Aquí se ensalzan sobre todo la prudencia y la autodisciplina. Es muy conocido el «elogio de los hombres ilustres» (44.1–50.21), que empieza con Enoc y termina con el sacerdote Simón II (220–195 a.C.).
8. BARUC: Se atribuye al escribano de Jeremías. El libro contiene una oración de confesión y de esperanza (1.15–3.8), un poema que alaba la sabiduría (3.9–4.4) y una pieza profética (4.5–5.9) donde el autor anima a los cautivos con la esperanza de su regreso del cautiverio. Es posible que en realidad el libro haya tenido dos o más autores; el más reciente de ellos tal vez vivió poco antes o después de la era cristiana.
9. LA CARTA DE JEREMÍAS: Aparece en la Vulgata y demás traducciones catolicorromanas como el cap. 6 de Baruc. Pero la LXX conserva aparte esta carta. Se trata de una diatriba que ridiculiza la idolatría crasa de Babilonia. Se desconocen la identidad y la fecha del autor.
10. LA ORACIÓN DE AZARÍAS Y EL CÁNTICO DE LOS TRES JÓVENES: Es una adición hallada en la versión griega y latina de Daniel, colocada entre 3.23 y 3.24 del texto canónico (donde se halla también en las traducciones catolicorromanas). Posiblemente se escribió en hebreo entre los siglos II y I a.C. El cántico de los tres jóvenes sigue usándose en varias liturgias modernas (p. ej., en la anglicana y en la luterana) con el título de Benedicite.
11. SUSANA: Es una historia de tipo «detectivesco» en que Daniel pone al descubierto las falsas acusaciones que dos ancianos lascivos lanzaron contra Susana, mujer judía muy virtuosa y bella. En la Vulgata se agrega al último capítulo de Daniel (en las demás traducciones catolicorromanas figura como el cap. 13 de Daniel). El autor es desconocido y el relato se compuso durante los dos siglos anteriores a la era cristiana.
12. BEL Y EL DRAGÓN: Es otra historia de tipo «detectivesco» dirigida contra la idolatría. Daniel descubre los ardides de los sacerdotes del ídolo Bel y después mata a la serpiente adorada por los babilonios. Por segunda vez lo echan al foso de los leones y lo salvan. El autor, la fecha y el lugar de composición se desconocen. La Vulgata también anexa esta adición al libro canónico de Daniel y en las otras traducciones catolicorromanas figura como el cap. 14 de Daniel.
13. LA ORACIÓN DE MANASÉS: Es una plegaria en que Manasés confiesa con humildad sus muchas transgresiones y pide perdón a Dios. Probablemente se compuso para insertarse en 2 Cr 33.12, 13, 18. Se escribió en griego, tal vez ya comenzada la era cristiana. Aunque no forma parte del censo de los libros canónicos adoptados en Trento, se incluye casi siempre en un apéndice de la Vulgata. Que se sepa, no existe traducción castellana.
14. PRIMER LIBRO DE LOS MACABEOS. Es de alto valor histórico. Destaca la resistencia a los esfuerzos de Antíoco Epífanes IV de Siria por erradicar la religión judía y por helenizar a los judíos, y relata las hazañas de los hermanos Judas Macabeo, Jonatán y Simón, durante las invasiones de los sirios y las peripecias históricas ocurridas entre 175 y 134 a.C. El autor fue un judío de Palestina que escribió en hebreo alrededor de 100 a.C., pero el texto hebreo se ha perdido.
15. SEGUNDO LIBRO DE LOS MACABEOS. Es un resumen de una obra de 5 tomos escrita por Jasón de Cirene (2.19–32). El libro trata de la historia de los judíos entre 175 y 160 a.C. El estilo es exhortatorio y el fin es agradar y edificar (2.25; 15.39). El autor escribió para los judíos de Alejandría, con el fin de despertar en ellos un interés por el templo de Jerusalén. El libro da por sentado la fe en la resurrección de los justos y recomienda la oración y el sacrificio de expiación por los difuntos (12.41–46). Tiene mucho menos valor histórico que 1 Macabeos. Se escribió en griego entre 124 a.C. y 70 d.C.
LIBROS APÓCRIFOS DEL NUEVO TESTAMENTO: Obras que, aunque pretenden dar información acerca de Cristo y los apóstoles, o incluso estar escritas por estos, se excluyen del CANON del Nuevo Testamento. Se consideran distintas de la literatura patrística (también extracanónica), de la cual algunos escritos gozaron de gran popularidad en ciertas iglesias durante los primeros dos siglos; p. ej., el Pastor de Hermas, la Didajé y Las epístolas de «Bernabé», Clemente de Roma, Ignacio y Policarpo. Más bien, los libros apócrifos nacieron principalmente de la curiosidad y piedad populares, y su orientación teológica delata su procedencia gnóstica (GNOSTICISMO). En su mayoría, se escribieron en griego. Solo de algunos se conserva el texto completo; para otros dependemos de citas en escritos posteriores.
EVANGELIOS APÓCRIFOS: Preocupados por las lagunas en las narraciones canónicas, algunos autores de los siglos II a IV, a veces evidentemente heréticos, las rellenaron con episodios pintorescos.
Estos escritos casi nunca merecen el nombre de EVANGELIOS, porque su género literario es muy diferente. El Evangelio de los hebreos procede de Siria, de judeocristianos que conocían nuestro Mateo canónico. Más heterodoxo todavía es el Evangelio de los egipcios, que incluye un diálogo entre Cristo y Salomé sobre el repudio de toda relación sexual.
Entre los papiros se han hallado varios fragmentos, como el Evangelio de Tomás (véase abajo) y el Evangelio desconocido (Papiro Egerton 2), que data del año 100. Se han descubierto documentos que subrayan la pasión (Evangelio de Pedro y el de Nicodemo) y exageran lo milagroso. Otros describen la infancia de Jesús (Protoevangelio de Santiago, Evangelio [árabe] de la infancia del Salvador, etc.) y multiplican puerilmente los prodigios hechos por Jesús. Además, hay evangelios menos importantes que se llaman de los doce apóstoles, de Matías, de Judas, de Bartolomé, etc.
En Jenoboskion (Egipto) se descubrió en 1945 una biblioteca de literatura gnóstica (Nag Hammadi) escrita en copto, la cual brindó tres documentos de gran valor: el Evangelio de la verdad, escrito en Roma ca. 140 d.C., que medita enigmáticamente sobre la redención; el Evangelio de Tomás, procedente de Siria, que da 114 dichos de Jesús gnostizados; y el Evangelio de Felipe, en el que se rechaza enfáticamente todo lo sexual. El cotejo de estos libros con los canónicos es un estudio útil que llevará muchos años todavía.
HECHOS APÓCRIFOS: Para satisfacer la curiosidad popular respecto a la suerte de los apóstoles (sus milagros, viajes y martirio) algunos cristianos de siglos posteriores rellenaron las lagunas del libro de Hechos. El resultado incluye ciertos datos de innegable valor, pero los hay también netamente fantásticos, de tendencia apologética y herética. Dignos de mención son: Hechos de Pedro, de Pablo, de Andrés, de Juan, de Tomás, etc., Predicación de Pedro y Romance (Pseudo Clementino).
EPÍSTOLAS APÓCRIFAS: Aun durante la vida de Pablo hubo falsificadores de su firma (cf. 2 Ts 3.17), pero en los siglos II y III esta literatura seudoepigráfica llegó a su apogeo, sobre todo en Siria y Egipto. A veces sus autores procuran acreditar aparentes privilegios de determinadas iglesias; otras veces pretenden suplir epístolas apostólicas, ahora perdidas. Títulos de interés son: Correspondencia entre Cristo y Agbar rey de Edesa, Epístola de los apóstoles, Tercera de corintios, Epístola a los laodiceos y Correspondencia entre Pablo y Séneca.
APOCALIPSIS APÓCRIFOS: Todo el aparato apocalíptico ( APOCALIPSIS) de visiones, arrebatos y apariciones angélicas está presente en estas obras. En ciertos sectores el Apocalipsis de Pedro gozó de reputación canónica en el siglo II; en menos valor se tuvieron los Apocalipsis de Pablo, de Juan (no canónico), de Tomás y Esteban y de María.
El análisis de estos libros es una tarea delicada; el cristiano que busca en ellos datos genuinos de la TRADICIÓN, tropieza con mucho material ficticio y espurio sin valor alguno para la sana doctrina y edificación de la iglesia.